Crónica.

DE VISITANTE A RESIDENTE
    

Dicen que nadie es profeta en su tierra, y en Barranquilla, mi Curramba la bella, esta tierra que me vio nacer cada vez era más difícil ser “profeta” en lo que quería ser en la vida.  Viajar a Santa Marta, era el plan familiar para Semana Santa, cumpleaños de mi hermana, Diciembre y aunque no sea fácil creerlo hasta en Carnavales.  De niña y debido a la separación de mis papás había vivido un par de años en la tierrita del Pibe Valderrama pero al extrañar tanto a mi padre convencimos a mi mami y mi hermana que lo mejor era regresarnos a vivir a “La Puerta de Oro de Colombia” donde tuviéramos mas cerca y más en contacto con mi papá.  Mi sueño de ser Profesional estaba siempre en mí, no era agradable sentir como todas las puertas se cerraban en mi rostro, sin embargo nunca dejé que esas situaciones me desanimaran, porque aun así tenia cosas por las que vivir y sonreír, trabajaba en una emisora y además mi papá aun con problemas de salud seguía con vida, vivía con mi mamá y mi hermana mayor que ya vivía y laboraba desde hace un par de años atrás en Santa Marta estaba muy pendiente de todo lo que en Barranquilla necesitábamos.  El 2009 se llevó a mi gordo (mi padre) para el cielo, y en el inicio del 2010 acabó mi contrató donde trabajaba.
Hasta finales del 2010 estuve haciendo algo de recreación por aquí y algo de animación de eventos por allá y como era costumbre en Diciembre del 2010 viajé a “La Samaria” a pasarme unos días en la casa de mi hermana y visitando a la familia en las fiestas Navideñas, lo que nadie imaginaría es que este viaje sería diferente.  Diferente porque después de hacer un par de esas acostumbradas visitas, mi mamá hace contacto con un viejo amigo de la juventud y de su matrimonio con mi papá, un buen y reconocido periodista en la ciudad, quien después de saber de mis varios intentos por estudiar en Barranquilla (todos sin ningún final feliz) le recomienda decirme que averigüe en dos universidades locales que podían ofrecerme la carrera que quería.  Sin esperar mucho tiempo después de la razón que me envió Oscar Cormane, al primer lugar que fui, fue a la CUN pues ya había escuchado de los altos precios que podría encontrar en la Universidad Sergio Arboleda, y a decir verdad nunca tuve que ir allá porque al contarle a mi hermana los beneficios que brindaba la CUN solo tuve que cumplir con los requisitos que allí me pidieron y en 20 días o menos ya estaba matriculada en Primer Semestre de Comunicación Social, y en consecuencia de esto mi viaje navideño se convirtió en una estadía indefinida, y lo que empezó como un par de días de vacaciones se convirtió en estar en el lugar que Dios me regaló para cumplir mi tan anhelado sueño.




UN FRÍO Y DULCE TRABAJO


Nacer y vivir en clima frío es para muchos lo más deseado, no tener que sufrir con los calientes rayos que nos hacen sudar a cántaros, ese mismo sol que nos deja la piel roja luego de disfrutar un día de playa, brisa y mar en las anheladas vacaciones en tierra caliente, y para ese calor tan frecuente en nuestras tierras no hay nada más satisfactorio para el turista e incluso para quien aquí nace que un delicioso vaso con hielo picadito acompañado de las variadas esencias que nos ayudan a refrescarnos pero también a tener un dulce sabor en la boca, en otros lados le dicen granizado o cholao; aquí le decimos raspao.
Detrás de ese viejo triciclo de metal, invadido en partes por el óxido, que a través de una rueda aprisiona el hielo contra una cuchilla y con tarros de esencia de kola, tamarindo, limón, maracuyá, entre muchos otros, invadidos por cientos de abejas que parecen a la vista inofensivas se encuentra una persona marcada ya por los años y por el duro trabajo de refrescar a quienes sufren por nuestro caliente clima, Adolfo Beltrán Charris con más de 70 años de edad, tiene 42 años en esta dura tarea, viviendo del rebusque como literalmente él lo dice, rebusque que le ha dado durante todos estos años para sostenerse, padre de dos hijos víctimas fatales del vicio a las drogas y de la violencia en nuestra ciudad, pero que por medio de la venta de sus raspaos a todos los acalorados clientes pudo construir su casa en el barrio Pastrana en la que sueña terminar sus días al lado de la mujer que lo acompaña.
Un ejemplo de valentía y superación para muchos que se dejan perder en la miseria y el desespero que ocasionan la falta de dinero y el desempleo.


“SOBRE QUIENES CAMINAMOS”

A veces caminamos por nuestra ciudad sin saber realmente que hay o que hubo justo debajo de nuestros pies, debajo de ese suelo sobre el que día a día avanzamos en nuestra vida.  Al pasar por la calle 22 entre carreras 7ma y 8va observamos carros, casas, locales comerciales, SuperAlmacenes, lugares a los que vamos con mucha frecuencia, y al estar ahí de pies esperando a alguien, o simplemente en espera de algún medio de transporte, a ninguno y mucho menos si no somos samarios y no conocemos de su historia se nos ocurre pensar que ese mismo lugar hace aproximadamente un siglo y medio atrás fue el lugar en el que terminó la tercera parte de la población de esa época cuando en 1849 Santa Marta fue azotada por la segunda calamidad más importante de su historia, la epidemia del cólera, según los médicos del momento provenía de diversos alimentos que fueron desechados por orden de las autoridades para de alguna manera evitar la mayor propagación, sin embargo, cada habitante de la ciudad no podía pensar en nada diferente a la muerte, en el temor, miedo o pánico que les producía ser el próximo en morir o ver morir alguien cercano, pensar en que cualquiera de las personas con las que compartías una cena, una reunión o una simple charla podría al día siguiente terminar en un sector del Cementerio, en el Sector que luego fue llamado el Cementerio de los Coléricos. Fueron tantas las personas víctimas de esta epidemia que el sepulturero que había no era suficiente para “enterrar” tantas personas que llegaban “sin vida” al cementerio, fue necesario que los presos de la ciudad salieran de sus enrejadas jaulas para pagar su condena dándole sepultura a todos los que morían a cualquier hora y en cualquier parte de la ciudad, por esto les fue asignado un carro en el que iban casa por casa preguntando si alguien había fallecido para en este transportar el cadáver hacia el cementerio.

El sepelio era prontamente realizado, inmediatamente se escuchaba llanto en una casa el cuerpo era retirado y llevado al Cementerio de los Coléricos, algunos moribundos eran trasladados a un lugar de aislamientos en el que esperaban la muerte en medio de algunos ya fallecidos, entre las pestilencias y los quejidos de otros; Josefita Abril tenía 12 años cuando fue dada por muerta y llevada al cementerio, para su fortuna la puerta estaba cerrada y en el lapso del tiempo en el que alguien buscaba las llaves, se despertó frente a quienes la sepultarían pidiendo un vaso de agua, por este y algunos otros casos se cree que muchos fueron “enterrados aún con vida”. 
Por orden médica estos cuerpos no pudieron ser exhumados por el temor a la reaparición de la Epidemia; años después y antes de ser una de la Avenidas principales de nuestra ciudad, este Sector fue convertido en una roza en la que se cultivaban frutas y verduras que durante algún tiempo tenían temor de consumir por creer que estaban contaminadas con el Cólera de aquellos días.

Es curioso saber que los presos que estuvieron en contacto con todas estas víctimas, que estuvieron el 100% del tiempo a la intemperie e incluso consumiendo alimentos prohibidos, no fueron infectados, ninguno de ellos murió por esta causa, y terminada la epidemia y como gracia por los servicios prestados todo ese tiempo fueron dejados en libertad.

Es preciso pensar que muchas veces caminamos por el mundo sin saber realmente de dónde venimos y hacia donde vamos, pero sobretodo SOBRE QUIENES CAMINAMOS.



Navidad, Una Vida Llena De Ilusión.
Diciembre llegó con su ventolera, y la brisa está que llena el mundo de placeres… Placeres que hacen de este mes un mes lleno sueños, risas, cantos, baile, besos, abrazos; Navidad es época de compartir, de amor, paz, reconciliación, recogimiento, reflexión, nacimiento y desde finales de octubre y principios de Noviembre, se empieza a sentir el viento que refresca y que le da efectos especiales a todas iluminaciones que desde ese momento comienzan a adornar el frente de las casas, los niños salen de vacaciones y ya se sienten los parques y las terrazas de las casas atestadas de primos, sobrinos hermanos, amigos, vecinos, contando por supuesto con los que los visitan desde cualquier lugar del país con la firme intención de regresarse rojos de la insolación y gorditos después de tanta natilla y cena navideña o de fin de año.  Ilusionados con las cuatro fiestas, disfrutar de prender las velitas y con ellas encender las chispitas mariposas (las luces apropiadas para niños), la navidad y los regalos del Niño Dios, el fin de año y los abrazos, los carnavales y el desorden y el bailoteo, pero para Christian y su hermanita Stephanie la más importante comenzaba cuando durante todo el año escribían una carta con todos los regalos que querían y luego el 16 de Diciembre (primer día de la novena al niño Dios) esta carta la ponían en el pesebre de la Sra. Emilse, la vecina que año a año hace un pesebre enorme en su terraza para que todos los niños hagan las oraciones, canten los gozos y los villancicos y en el que ansiosamente esperaban el 24 para acostarse a dormir y esperar el regalo del niño Dios, ese año y sin saber que una ilusión se acabaría lo esperado eran  bicicletas, una para cada uno, lo que no se esperaban era que las bicicletas que el niño Dios traería fueran las mismas que un par de días antes y luego de llegar de un largo recorrido por la ciudad viendo las decoraciones de las casas, vieron en la casa de la Sra Emilse, y entonces? era ella una cómplice del niño Dios?, pues no! ese día Stephanie descubrió que la Sra. era cómplice pero de sus papás y que el niño Dios no es quien trae los regalos y por eso hay que estar dormidos; inocente y sin saber realmente que hacer se lo contó a su hermanito Christian rompiendo también su ilusión y siendo luego obligada a desmentir lo dicho.  A partir de ese momento cada 24 se convirtió en un día más de la novena, un día más de Dulce Jesús mío mi niño adorado…

Los años pasaron y este par de niños crecieron descubriendo miles de cosas nuevas y viviendo nuevas experiencias, conociendo más del mundo y entendiendo que con el correr de los tiempos las etapas se viven, los sueños se alcanzan, las ilusiones se mueren para dar paso a otras nuevas pero sobre todo entendieron que cada fecha es especial no importa en qué momento de la vida estés y ahora cada 24 de Diciembre es un día para sentir la fuerza de Dios renaciendo en sus corazón y en cada una de sus vidas, y sentirse vivos cada vez que alguien hace sonar en la víspera  “Navidad que vuelve tradición del año unos van alegres y otros van llorando…”


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